Siempre me ha gustado pensar o aferrarme a la idea, de que la música nos ofrece infinitas posibilidades; sociales, interpretativas, apreciativas, creativas, políticas, ideológicas, laborales e incluso contemplativas. Nos da la oportunidad de colaborar atemporalmente con compositores de otros siglos, al hacer un arreglo de una pieza, al cantarla o tocarla, de recitar poemas bellísimos a una, dos, cuatro u ocho voces mientras cantas con tus mejores amigos o personas que aún no descubres que serán tus amigos para toda la vida.
La música también nos da la oportunidad de conocer otros puntos de vista y escuchar acerca de temas cotidianos, desde el amor más pueril, el más pedestre, hasta la creación del mundo o una catástrofe universal. Y es que estos son ejemplos muy breves que no me alcanzan para describir la increíble generosidad que de la música recibimos a diario, la alegría que nos provoca escucharla y hasta tararearla.
¿Alguna vez se han puesto a pensar qué sería de nosotros sin ella?
Esperemos que nunca llegue ese día, aunque es muy evidente la transformación que se ha llevado a cabo en estos meses, pues hemos tenido que adaptarnos para seguir ejecutándola, para acceder a conciertos y continuar con un quehacer musical.
Bien dicen que en las adversidades uno descubre más fortalezas y desarrolla capacidades propias a la situación y un ejemplo de profundo amor a la música y una tenacidad inquebrantable que me gustaría puntualizar, es el que nos da John Rutter, (1945- ) compositor, cantante, arreglista y productor británico. Él asegura que desde muy temprana edad ya descubría con pasión la sonoridad del piano que estaba en casa de sus padres, quienes al ver el interés de su hijo decidieron mandarlo a clases particulares. Su maestro, al poco tiempo de tenerlo como alumno le recomendó ampliamente dedicarse a componer, cantar, o cualquier otra cosa, pero no a tocar el piano. Sus padres tomaron en cuenta el consejo y decidieron mandarlo a una escuela de música donde su formación musical se fue fortaleciendo, a tal grado que hoy en día es uno de los músicos vivos más reconocidos a nivel mundial y una piedra angular en el desarrollo de la música coral.
En algún momento de su vida, John Rutter, fue diagnosticado con síndrome de fatiga crónica., situación que le impidió seguir componiendo por encargo, pero lejos de sentirse abatido por esta difícil condición, continuó con su labor musical como director de uno de los coros más importantes en el mundo y del cual es fundador, el “Cambridge Singers”. La gran mayoría de sus composiciones están dirigidas a coros juveniles, pues considera que el canto coral es parte fundamental en la formación de seres humanos íntegros. Actualmente sigue trabajando como editor y productor de su propia firma discográfica, siendo así un modelo de resiliencia y ejemplo de que en algún momento, todos podemos encontrar distintas formas de felicidad que nos acompañen a lo largo de la vida. Al final de este artículo podrán escuchar una de sus obras llamada “My true love hath my heart” que nos da muestra de su gran talento musical.
En esta actualidad tan incierta por la que atravesamos de manera global, estamos aprendiendo cosas nuevas, reinventando, descubriendo y llevando a cabo habilidades que jamás llegamos siquiera a imaginar.
La gran labor de los maestros al dar clases a grupos numerosos de niños a través de una computadora, el esfuerzo tan grande de madres y padres sorteando la crianza infantil con un trabajo de tiempo completo, las reuniones laborales, los conciertos y las obras de teatro por zoom entre muchas otras actividades a las cuales nos hemos ido adaptando de a poco o de a mucho en esta nueva normalidad, nos demuestran el interés genuino por superarnos y la fortaleza innata que día con día descubrimos en estos casi seis meses de confinamiento.
¿Qué habría pasado si John Rutter hubiera abandonado la música cuando su maestro le recomendó dejar el piano o cuándo una enfermedad, de cierta manera, coartó su carrera como compositor?
¿Qué hubiera sido de nosotros si al primer mes de confinamiento nos hubiéramos rendido?
¿Hay algún talento que tengas bajo llave y le estés negando la luz del sol?
Pintura de Marie Heiberg.
Araceli Pérez Martínez, 24 de Agosto del 2020.