“Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?”
Así comienza el poema “El Sueño” de Jorge Luis Borges, y estoy de acuerdo con él. El sueño no es solamente descansar; nos repara físicamente, pero nuestra cabeza, nuestro cerebro no deja de trabajar, de desear, de viajar. El sueño nos lleva a lugares lejanos, hermosos y muchas veces oscuros y terribles de nuestro laberíntico subconsciente en el que no podríamos extraviarnos si solo estuviéramos despiertos; nos cura o desconsuela el alma. La soledad que brinda el estar dormido y soñar, es esa línea casi invisible entre la vida y la muerte.
Desgraciadamente en estos días la falta de sueño se ha apoderado de nosotros y nos hace estar al límite de la cordura, pues dormir es una necesidad básica que influye en muchos aspectos de la vida cotidiana, desde la energía que tenemos durante el día, nuestra memoria y hasta el humor y paciencia con la que cohabitaremos con los demás. Tal vez por eso, a lo largo de la historia hemos buscado la ayuda de diversos métodos y hasta de seres fantásticos para conciliar el sueño.
Morfeo, era considerado el dios del sueño en la mitología griega, tenía la habilidad de recorrer el mundo con sus alas para inducir a los dormidos a soñar, todos hemos escuchado la frase: “está en los brazos de Morfeo” refiriéndose a alguien que se encuentra dormido.
En la cultura anglosajona y principalmente en las mitologías que tienen raíces célticas tienen un personaje llamado “El Arenero o Sandman”, que visita cada noche el dormitorio de la gente y les esparce arena mágica que provoca somnolencia, probablemente viene del hecho de que cuando tenemos sueño notamos una especie de “arena” en los ojos que nos invita a dormir.
A mediados del siglo XIX, Hans Christian Andersen, escribió un cuento sobre el tema, Ole Lukøje (arenero en danés), que ayudó a que la historia se extendiera por otros continentes. Pero no solo la literatura se ha ocupado de este personaje, la música también tiene ejemplos claros de que el sueño es de vital importancia.
El compositor estadounidense Pat Ballard hizo en 1954 una canción llamada Mister Sandman, que fue interpretada por el famoso cuarteto femenino The Chordettes, y alcanzó el primer puesto en las listas de discos más vendidos. En México por ejemplo, nuestro compositor de música infantil Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Crí, tiene su bella canción “Juan Pestañas” que les dice a los pequeños que ya ha llegado la hora de dormir.
Todo esto no hace más que dejar expuestas las pintorescas medidas que adoptamos para conciliar el sueño, somos capaces de bañar a los bebés en hojas de lechuga, tomar té de valeriana o leche caliente, abstenernos de tomar café a partir de ciertas horas de la tarde e incluso, llevar a la práctica el método más socorrido de contar ovejas, en donde estas se cansan de brincar y el sueño no llega nunca.
Si ustedes son de esas pobres almas que deambulan en pena por las noches no son los únicos, pues nosotras también formamos parte de ese ejército de insomnes cada vez más abultado, por eso es que junto con este artículo les dejamos nuestra interpretación de Mr. Sandman, esperando que este fantástico personaje nos visite con más frecuencia.
Pintura de Salvador Dalí “Sandman”
Liliana Valadez, 7 de Septiembre del 2020