Es muy sabido por todos que el otoño es la estación del año famosamente ligada a la nostalgia, pero ¿será una convención social? ¿estrategia de marketing?
No lo sé, pero, según la teoría de los humores de Empédocles, el temperamento melancólico y nostálgico nos lo dicta la tierra misma, es decir, en esta temporada del año la tierra se encuentra seca y fría al igual que nuestro humor, y si nos acompaña una hermosa luna llena, como la de las últimas noches, la melancolía se vuelve más doliente.
Y es que hablar del otoño es hablar de bebidas calientitas, de pan recién hecho, es pensar automáticamente en “El día de muertos” o el día de “Todos los Santos”, tradición que se celebra en el mundo de maneras muy distintas. Podemos encontrar lugares donde se cocinan platillos específicos para el día o algunos otros donde solamente se enciende una vela junto a un vaso con agua, pero al final, el objetivo es el mismo: un ejercicio de memoria y esperanza.
¿Por qué digo memoria y esperanza?
Porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia, sin tradiciones, nuestra existencia está determinada por quien estuvo antes que nosotros, conocidos o desconocidos; y la esperanza tan popular entre los mexicanos, que fincamos en el mañana toda clase de maravillas por venir.
La idea de una vida después de la muerte, de un permiso para tener en casa a las personas amadas, aunque sea por una noche; es la esperanza misma.
Con todo nuestro cariño y melancolía, les damos la bienvenida a todos aquellos que quisimos y nos quisieron; pero me gustaría agregar que también sería un gesto solidario prender una vela por todos aquellos a quienes la muerte los tomó de la mano y no pudieron despedirse, por todas aquellas mujeres y niñas desaparecidas a manos de la delincuencia, por todos los que se quedaron sin voz cuando tenían tanto qué decir, tanto qué gritar.
La canción que acompaña este artículo nos recuerda que así como ahora nos toca recibir a las personas amadas, en algún momento, más adelante, nosotros seremos los que visitaremos a los que dejamos viviendo nuestra ausencia, pues todos pasaremos por el mismo camino tarde o temprano.
Les dejamos la traducción de la bella melodía “Die Kapelle” composición de Robert Schumann.
Por todos ellos, por todos nuestros muertos, el ensamble SOLO 4 les rinde un pequeño homenaje.
En paz descansen.

“La capilla”
Allá arriba está la capilla,
Mira en silencio hacia el valle,
Allá abajo entre praderas y arroyos
Canta alegre y claro el pastorcillo.

Triste resuena la campana,
Aterrador el coro fúnebre;
Han cesado los alegres cantos
Y el muchacho escucha hacia lo alto.

Allá arriba llevan a la tumba,
A aquellos que se alegraban en el valle;
¡Pastorcillo! ¡Pastorcillo!
A ti también te cantarán allá algún día.

Pintura, Diego Rivera

Araceli Pérez Martínez, 2 de Noviembre del 2020