Ahora es común que las mujeres tengamos profesiones diversas y que podamos elegirlas sin  pedir autorización ni consentimiento para ejercerlas y eso es de celebrar. El mundo de la música y en específico de la composición, ha sido manejado celosamente por  hombres, pero de vez en cuando y cada vez más seguido, las mujeres han irrumpido en ese ámbito con notas extraordinarias llenas de un vigor distinto y maravilloso.

La compositora Amy Marcy Cheney  nació el 5 de septiembre de 1867  en West Henniker, New Hampshire, Estados Unidos,  país en donde el movimiento feminista se consolidó rápidamente por las condiciones socio-políticas y económicas de la sociedad norteamericana. Para el siglo XIX prácticamente el analfabetismo femenino estaba erradicado  y  la mayoría  de mujeres educadas de clase media impulsaron el primer feminismo en ese país.

Amy provenía de una prominente familia y su  madre, Clara, era una talentosa cantante y pianista aficionada. Fue una niña prodigio que a los seis años ofrecía recitales en donde interpretaba obras de  Haendel, Beethoven, Chopin y algunas de sus propias piezas.

La familia se mudó a Boston, y ella comenzó a estudiar con los principales pianistas de la época. Es  en 1885, cuando Amy contaba con tan solo 18 años, que se casa con el famoso médico, Henry Beach, 25 años mayor que ella. Beach  le prohibió seguir tocando en público, e incluso que tomara clases con algún tutor; la sociedad burguesa del siglo XIX imponía sus reglas, la mujer estaba destinada a la vida familiar y normalmente apartada de cualquier actividad pública, incluida la música, lo que lejos de alejarla de su vocación, hizo que se dedicara exclusivamente a la composición y al estudio de la orquestación de manera autodidacta.

Tras la muerte de su esposo, Amy Beach pudo  viajar a Europa para consolidar su reputación como intérprete y compositora, donde recibió muy buenas críticas por sus recitales en Alemania y por su obra sinfónica y su concierto para piano.

Los treinta trabajos de Beach para coro de mujeres son una parte importante de su producción.  “Three Shakespeare Songs” (Over Hill, Over DaleCome to these Yellow Sands, Give Glimmerin Light) Op.39, obra para coro femenino, conjuga  texto, armonía, ritmo y dinámica de manera sublime, la belleza del sonido de las voces de las mujeres brilla a través de estas piezas. Fueron estrenadas  por el Detroit Madrigal Club el 8 de diciembre de 1896 bajo la dirección de Charles B. Steven y  publicadas por primera vez en 1897.

Conforme pasó el tiempo Amy asumió posiciones de liderazgo en apoyo a la causa de compositoras estadounidenses. Estuvo ligada a la Asociación Nacional de Profesores de Música y la Conferencia Nacional de Educadores de Música. En 1925, fue miembro fundador y primer presidente de la Society of American Women Composers.

La sororidad, término muy actual, se ve reflejada en las actividades de Amy, ya que siempre estuvo promoviendo a las mujeres dentro de la música. El 27 de diciembre de 1944 murió, pero nos  dejó para siempre sus extraordinarias composiciones y la responsabilidad de seguir  enalteciendo el papel de la mujer en todos los ámbitos. Por eso  es que el Ensamble Femenino SOLO 4 le rinde un sincero homenaje a Amy Beach.

Liliana Valadez, Enero 2020.